Monday, 22 February 2016

Después del diluvio (Los advertidos - El mito de Amalivaka

Para el hombre la existencia de un ser o ente superior ha estado presente desde sus inicios, y es que incluso desde la prehistoria lo mágico y lo místico ha sido algo cotidiano. Diferentes razas y culturas en diversos momentos han tenido presente la existencia de un Dios o algunos dioses, de la misma forma estas creencias han dado paso a historias, leyendas y mitos, unos más conocidos que otros, tal es el caso del “Arca de Noé”, muy popular por ser parte de la Sagrada Biblia encontrándose ubicado en el libro del Génesis. En este pasaje bíblico se cuenta la historia de un hombre que construyó un arca en la cual tanto el ser humano como los animales sobrevivirían a un diluvio que terminaría con la vida en la tierra y quienes estaban dentro de esta nave tendrían la misión de repoblar el planeta y es este aspecto el que puede señalarse como punto de encuentro entre “El mito de Amalivacá” (mito de aborígenes venezolanos) y “Los advertidos” (cuento de Alejo Carpentier).
En primer lugar, “El mito de Amalivacá” relata la historia de una pareja de indígenas tamanacos que habían sobrevivido a la gran furia del río Orinoco, el cual había desbordado sus aguas cubriendo así todas las tierras. Solo lograron sobrevivir este par de tamanacos que alcanzaron a refugiarse en la Tepu-mereme, una altísima roca ubicada frente a la cordillera del río, desde allí observaron como el enardecido río pudo destruir todo a su paso. Posteriormente, vieron una canoa que se acercaba y en ella se encontraba Amalivacá acompañado de su hermano Vochi y sus dos hijas. Al llegar al Tepu-mereme Amalivacá empezó a reparar el mundo destruido así como a arreglar las aguas del río.
Después de esto, Amalivacá encomendó a los dos Tamanacos que sobrevivieron la tarea de repoblar la tierra y para lograr esto les dio instrucciones de tomar los frutos de la palmera moriche y arrojarlos hacia atrás. El hombre y la mujer consiguieron los frutos y al arrojarlos hacia el suelo de estos se formaban hombres y mujeres Tamanacos. Amalivacá hizo además que sus hijas fundasen una nueva raza con los hombres nacidos de los moriches para que se extendieran por la tierra.
Por otra parte, “Los advertidos” cuenta la historia del viejo sabio indígena Amaliwak quien era muy respetado por las tribus de su región al punto de que dejaron de lado sus diferencias y empezaron a trabajar en un pedido del mismo Amaliwak, el cual consistía en construir una enorme embarcación o arca a la que los aborígenes llamaron Enorme-Canoa. Amaliwak mandó a construir esta embarcación siguiendo las instrucciones de su dios a quien llamaba Gran-Voz-de-Quien-Todo-lo-Hizo.
Terminada la Enorme-Canoa Amaliwak pagó el trabajo a los indígenas con harina de yuca y de maíz, y tras cerciorarse de que todos los animales habían entrado a la embarcación, el sabio hombre cerró la escotilla y espero junto con su gente que iniciará la anunciada lluvia. Y efectivamente, llovió de una manera tan impresionante que pronto el agua empezó a cubrirlo todo, pasados varios días de lluvia la embarcación de Amaliwak colisionó con otra de dimensiones muy parecidas a la suya, en ella se encontraba un anciano que dijo venir del Reino de Sin y que había sido advertido por su dios Quien-Todo-lo-Creo. Pero él no era el único, pues en los siguientes días coincidieron con Noé elegido por su Dios Iaveh, también con Deucalión encargado por el dios del Cielo y de la Luz y por último a Our-Napishtim cuyo dios era el Dueño-de-las-Aguas. Todos con una misma misión, construir un arca, sobrevivir al diluvio y repoblar la tierra.
Pasado un tiempo, Amaliwak oyó nuevamente a la Gran-Voz-de-Quien-Todo-lo-Hizo quien le ordenó regresar a su lugar de origen para completar su misión y fue así como una de las esposas de Amaliwak arrojó detrás de su espalda unas semillas de palmera que se transformaron en hombres y mujeres. Al finalizar la mañana ya había una multitud pero se presentó un problema que dividió a la multitud en dos bandos, dando inicio a la guerra, y Amaliwak observando la batalla y a los heridos expresó: “Creo que hemos perdido el tiempo”.


Esta frase deja una reflexión muy importante que puede ser vista desde distintas perspectivas, pero que de manera general expresa la resignación que pudo sentir Amaliwak al ver que tras un esfuerzo tan grande y una travesía tan compleja por la que tuvo que pasar, el “nuevo mundo” tendría que soportar las mismas falencias que sufría aquel que hace poco había sido destruido por la lluvia incesante. Y es que resultaba casi increíble que en tan poco tiempo estos nuevos hombres estuvieran cometiendo los mismos errores que los anteriores ¿Será entonces la violencia algo natural del ser humano? De ser así, no importa cuántos diluvios pasen por este mundo ya que esta forma de purificación arrojará los mismos resultados.

Autor:
Neida Martínez


Imagen de "Los Advertidos"


Imagen de "El mito de Amaliva"

Los mayas y sus dioses (Popol Vuh - La escritura del dios)

A lo largo del tiempo y de la historia del hombre diferentes civilizaciones se han asentado en toda la geografía del planeta, unas de menor relevancia y trascendencia, otras han llegado a formar grandes imperios y dinastías. En el continente americano una de estas grandes civilizaciones fue la maya, la cual tuvo su centro de localización en lo que actualmente conocemos como Guatemala y Honduras pero que se extendió por gran parte de Centroamérica y se estableció como una de las de mayor importancia en la época precolombina dando grandes aportes científicos y culturales para la época.
Uno de sus más enriquecedores logros fue el que se refiere a lo religioso pues es en ese punto donde los mayas poseían fuertes creencias de carácter mágico, así como una fe politeísta. Hoy día gracias a esta herencia se pueden conseguir obras literarias que tienen gran influencia de esta cultura, tal es el caso del Popol Vuh, de la cual se han inspirados cuentos como “La escritura del dios”.
En ambas obras se puede apreciar como los hombres que las protagonizan  tienen una fuerte creencia y devoción a sus dioses, se habla en el Popol Vuh de un conjunto de mitos entrelazados entre sí, referentes a la creación del mundo según los quiché, que fue posiblemente la más grande civilización que existió en el imperio maya, igualmente en “La escritura del dios” escrita por Jorge Luis Borges  hace referencia a un sacerdote maya llamado Tzinacán quien guarda una inmensa fe por sus dioses.
En estos textos se expresa la importancia de los dioses para la cultura maya, tal es el caso de los personajes principales del Popol Vuh, Hunalpú e Ixbalanqué quienes tras desatar la ira de Hun – Camé y Vucub – Camé, dioses principales de Xibalbá, por causar ruido tras iniciar un juego de pelota se vieron envueltos en una serie de pruebas y retos a los que fueron sometidos por   estos últimos, pero gracias al ingenio de Hunalpú e Ixbalanqué pudieron salir ilesos de la mayoría de estas pruebas. Posteriormente, se convirtieron en dioses, uno el dios de la luna y el otro el dios del sol. Por otro lado, en “La escritura del dios”, su personaje principal Tzinacán,  un sacerdote maya quien fue torturado por Pedro de Alvarado, al quemar la pirámide de Qaholom, es encarcelado, al lado de un jaguar en la siguiente celda, Tzinacán buscaba el script divino que le proporcionara la omnipotencia en los patrones de la piel del jaguar. En el proceso de conseguir el script, tiene un sueño en él que se ve así mismo ahogándose en la arena, despierta en una visión de una enorme rueda de agua pero también de fuego, lo que le permite entender los patrones en la piel del jaguar; Tzinacán afirma que es una fórmula de catorce palabras que son “aparentemente al azar”, al decirlas hará desaparecer su prisión, pero decide no hacerlo ya que se contenta con dejar que se encuentre en la celda.
Para la cultura maya, la magia y la religión son de gran importancia esto queda demostrado en la forma como los dioses crearon el mundo mágicamente y todo lo que habita en el, de la misma manera surgieron diferentes dioses en los que los hombres creían, como es el caso del dios del sol y la luna, y el dios de la guerra, estos son algunos de los más importantes a los que los hombres adoraban, de igual manera creían en dioses en forma de jaguar y hombre, una especia de dios mitad hombre, mitad animal. Para esta gran civilización gran parte de lo que realizaban era porque sus dioses lo ordenaban para no ser castigados por estos.

Autor:
Neida Martínez


Imagen de "Popol Vuh" los dioses.

Imagen de portada del libro de "Popol Vuh"

Imagen del leopardo de "La escritura del dios"

Imagen de "La escritura del dios"