Friday, 11 March 2016

Las hazañas de Cristóbal Colón contadas desde perspectivas diferentes



Para empezar, muchas personas intentaron viajar o salir a explorar lo que había más allá del mar, observar lo nunca antes visto, quedando con  la inquietud  y  deseos de repetir las aventuras leídas en libros como el de Marco Polo, entre otros. Con el anhelo  de ver y conseguir grandes hazañas, entusiasmados por salir a los grandes mares,  y describir a través de la literatura, el descubrimiento de razas, viviendas, alimentos y hasta paisajes. Ahora bien,  para representar estas visiones se tomarán  en cuenta dos textos: El arpa y la sombra (1979) de Alejo Carpentier y los fragmentos presentes en la Historia real y fantástica del Nuevo Mundo (Diarios del primer viaje de Cristóbal Colón y La primera visión de tierra firme).
De esta manera, se destaca Cristóbal Colón un hombre que llegó a ser muy reconocido en la historia latinoamericana, ya que su amor por las lecturas de viajes fantásticos, lo llevó  a hacer lo posible por viajar mar adentro, buscando la manera de observar y testificar, lo que en libros estaba escrito; con lo cual conoció otras islas, costumbres, fábulas y paisajes diferentes a España. Gracias a la reina Isabel y al rey Fernando, Reyes Católicos de España, a quienes logró convencer con sus palabras para que fueran los promotores de tan grande hazaña.

Asimismo, llega Colón al palacio de los reyes católicos, a dialogar sobre su viaje  y de las cosas maravillosas, su geografía deslumbrante, el oro que se podía conseguir en tierras, su buen chantaje y mentiras con las cuales convenció a la reina Isabel consiguió así las tres Naos, el premiso y lo que llevarían en la nao. Diciendo así en El Arpa y La Sombra de Alejo Carpentier (1979) “Buena Suerte. Y  consigue todo el oro que puedas para que con el podamos llevar la guerra al África. Y hasta reconquistar la ciudad de Jerusalem como se reconquistó el Reino de Granada” (p. 42).

En relación con lo anterior Colón salió a la expedición en un largo viaje a lo desconocido; la Niña, la Pinta y la Santa María así eran llamadas  las naves, en la cuales viajaban personas cristianas, un judío, los cuales eran gente de poca reputación. Para emprender este viaje Colón tenía que dar algo a cambio para que ellos quisieran, lo cual se plantea en este fragmento de los Diarios del primer viaje de Cristóbal Colón
Por lo cual, cuando dijeron la “Salve”, que la acostumbran a decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedíes de juro a quien primero la viese (p. 3).
En cambio, en lo escrito en el libro El Arpa y la Sombra de Alejo Carpentier, resalta la verdad, revelando las mentiras ocultas de Cristóbal Colón, dando a interpretar una persona egoísta, queriendo apoderase de los maravedíes, lo cual así dijo:
¡No, Rodrigo! ¡Te jodiste! ¡Me quedo con tus diez mil maravedís de renta!... Yo también pude gritar “¡Tierra!” cuando vi las candelillas, y no lo hice Podía haber gritado antes que tu y no lo hice. Y no lo hice porque, en habiendo divisado tierra, al haber puesto un término a mis angustias, no podía sonar mi voz como la de un simple vigía ansioso de ganarse una recompensa que resultaba pequeña para mi repentina grandeza. (p. 47)
           
            Por otra parte, se puede mencionar que en los Diarios de primer viaje de Cristóbal Colón, resalta el engaño, al comparar ciertos lugares del Nuevo Mundo con las ciudades españolas, lo cual no es cierto, solo lo decía por colocar nombre a lo desconocido que se le asemejaba a lo existente en España. “Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y muchas aguas y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, que es placer de mirarla(p. 7).

Así mismo, lo resalta en el Arpa y la sombra Alejo Carpentier, ante la conciencia de fallecer relata con verdad lo que en otras estaba escrito.
En cuanto al paisaje, no he de romperme la cabeza: digo que las montañitas azules que se divisan a lo lejos son como las de Sicilia, aunque en nada se parecen a las de Sicilia. Digo que la hierba es tan grande como la de Andalucía en abril y mayo, aunque nada se parece, aquí, a nada andaluz. Digo que cantan ruiseñores donde silban unos pajaritos grises, de pico largo y negro, que más parecen gorriones Hablo de campos de Castilla, aquí donde nada pero nada, recuerda los campos de Castilla. (p. 5).

De igual manera, se  nota la ambición de Colón por conseguir oro, llegando a tal punto de capturar a unos indios para que lo guiaran a donde se encuentran las minas de este, ya que, en cada isla algunos nativos poseían algunas piezas, así lo expone el personaje  Colón en la novela de Alejo Carpentier:
Dije: ORO. Viendo tal maravilla sentí como un arrebato interior. Una codicia, jamás conocida, me germinaba en las entrañas. Me temblaban las manos. Alterado, sudoroso, empecinado, fuera de goznes, atropellando a esos hombres a preguntas gesticuladas, traté de saber de donde venía ese oro, cómo lo conseguían, donde yacía, cómo extraían, como lo labraban, puesto que, al parecer, no tenían herramientas ni conocían el crisol. Y palpaba el metal, lo sopesaba, lo mordía, lo probaba, secándole la saliva con un pañuelo para mirarlo al sol, examinarlo en la luz del sol, hacerlo relumbrar en la luz del sol, tirando del oro, poniéndomelo en la palma de la mano, comprobando que era oro, oro cabal, oro verdadero —oro de ley” (p. 51).


Finalmente, estos dos textos exponen los hechos del antes, durante y después  del descubrimiento de América, dando sus versiones en la forma de proceder Cristóbal Colon, donde cabe preguntarse quién está más cerca de lo real y por ello se invita a reflexionar sobre lo real, lo empellido y lo falso.




Claudia J. Nariño C.

No comments:

Post a Comment