Las hazañas de Cristóbal Colón contadas desde
perspectivas diferentes
De esta manera, se destaca
Cristóbal Colón un hombre que llegó a ser muy reconocido en la historia
latinoamericana, ya que su amor por las lecturas de viajes fantásticos, lo
llevó a hacer lo posible por viajar mar
adentro, buscando la manera de observar y testificar, lo que en libros estaba
escrito; con lo cual conoció otras islas, costumbres, fábulas y paisajes
diferentes a España. Gracias a la reina Isabel y al rey Fernando, Reyes Católicos
de España, a quienes logró convencer con sus palabras para que fueran los
promotores de tan grande hazaña.
Asimismo, llega Colón al
palacio de los reyes católicos, a dialogar sobre su viaje y de las cosas maravillosas, su geografía
deslumbrante, el oro que se podía conseguir en tierras, su buen chantaje y
mentiras con las cuales convenció a la reina Isabel consiguió así las tres
Naos, el premiso y lo que llevarían en la nao. Diciendo así en El Arpa y La Sombra de Alejo Carpentier
(1979) “Buena Suerte. Y consigue todo el
oro que puedas para que con el podamos llevar la guerra al África. Y hasta
reconquistar la ciudad de Jerusalem como se reconquistó el Reino de Granada”
(p. 42).
En relación con lo anterior
Colón salió a la expedición en un largo viaje a lo desconocido; la Niña, la Pinta y la Santa María así
eran llamadas las naves, en la cuales
viajaban personas cristianas, un judío, los cuales eran gente de poca
reputación. Para emprender este viaje Colón tenía que dar algo a cambio para
que ellos quisieran, lo cual se plantea en este fragmento de los Diarios del primer viaje de Cristóbal Colón
Por lo cual, cuando dijeron
la “Salve”, que la acostumbran a decir y cantar a su manera todos los marineros
y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guarda al
castillo de proa y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero
que veía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los
Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedíes de juro a quien primero la
viese (p. 3).
En cambio, en lo escrito en
el libro El Arpa y la Sombra de Alejo
Carpentier, resalta la verdad, revelando las mentiras ocultas de Cristóbal
Colón, dando a interpretar una persona egoísta, queriendo apoderase de los
maravedíes,
lo cual así dijo:
¡No, Rodrigo! ¡Te
jodiste! ¡Me quedo con tus diez mil maravedís de renta!... Yo también pude
gritar “¡Tierra!” cuando vi las
candelillas, y no lo hice Podía haber gritado antes que tu y no lo hice. Y no
lo hice porque, en habiendo divisado tierra, al haber puesto un término a mis
angustias, no podía sonar mi voz como la de un simple vigía ansioso de ganarse
una recompensa que resultaba pequeña para mi repentina grandeza. (p. 47)
Por otra parte, se puede mencionar que
en los Diarios de primer viaje de
Cristóbal Colón, resalta el engaño, al comparar ciertos lugares del Nuevo Mundo
con las ciudades españolas, lo cual no es cierto, solo lo decía por colocar
nombre a lo desconocido que se le asemejaba a lo existente en España. “Esta
isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y muchas aguas y una
laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, que es
placer de mirarla” (p. 7).
Así
mismo, lo resalta en el Arpa y la sombra Alejo Carpentier, ante la conciencia de fallecer
relata con verdad lo que en otras estaba escrito.
En cuanto al
paisaje, no he de romperme la cabeza: digo que las montañitas azules que se
divisan a lo lejos son como las de Sicilia, aunque en nada se parecen a las de
Sicilia. Digo que la hierba es tan grande como la de Andalucía en abril y mayo,
aunque nada se parece, aquí, a nada andaluz. Digo que cantan ruiseñores donde
silban unos pajaritos grises, de pico largo y negro, que más parecen gorriones
Hablo de campos de Castilla, aquí donde nada pero nada, recuerda los campos de
Castilla. (p. 5).
De igual manera, se nota la ambición de Colón por conseguir oro,
llegando a tal punto de capturar a unos indios para que lo guiaran a donde se
encuentran las minas de este, ya que, en cada isla algunos nativos poseían
algunas piezas, así lo expone el personaje
Colón en la novela de Alejo Carpentier:
Dije: ORO. Viendo
tal maravilla sentí como un arrebato interior. Una codicia, jamás conocida, me
germinaba en las entrañas. Me temblaban las manos. Alterado, sudoroso,
empecinado, fuera de goznes, atropellando a esos hombres a preguntas
gesticuladas, traté de saber de donde venía ese oro, cómo lo conseguían, donde
yacía, cómo extraían, como lo labraban, puesto que, al parecer, no tenían
herramientas ni conocían el crisol. Y palpaba el metal, lo sopesaba, lo mordía,
lo probaba, secándole la saliva con un pañuelo para mirarlo al sol, examinarlo
en la luz del sol, hacerlo relumbrar en la luz del sol, tirando del oro,
poniéndomelo en la palma de la mano, comprobando que era oro, oro cabal, oro
verdadero —oro de ley” (p. 51).
Finalmente,
estos dos textos exponen los hechos del antes, durante y después del descubrimiento de América, dando sus
versiones en la forma de proceder Cristóbal Colon, donde cabe preguntarse quién
está más cerca de lo real y por ello se invita a reflexionar sobre lo real, lo
empellido y lo falso.
Claudia
J. Nariño C.
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